Alfredo y el tapado

«Nuestro gallo es tapado», gritó un mexicano. Así empezó el sistema de sucesión en México. Éste no es el caso del político encubierto con el que hablo. Me sugiere que si todo sale como él espera se lanzará a la pista con alguno más, siempre que no sea un baile de máscaras sino unas primarias a la francesa. El aspirante declara que algunos de los que se habla no estarán, y otros de los que no se dice nada, estarán. Según sus previsiones, el Comité Federal se celebrará en junio, la Conferencia Política en octubre y las primarias en el primer trimestre de 2014.

Le digo que nunca hay que creer a Rubalcaba cuando parece que se rinde; en eso es como Mitterrand, siempre se refugia tras la barricada de los silencios. Escribe el biógrafo del presidente francés: «Después de Talleyrand pocos políticos han sabido utilizar con tal maestría el soslayo o el escondite. No crea los sucesos, los cabalga». El tapado reconoce que Rubalcaba es un político en estado puro aunque ahora se trata de buscar al Felipe González del siglo XXI. Le digo que hay gente que no puede ver a Felipe y, en todo caso, el ex apoyaría a Rubalcaba. Mi interlocutor piensa que si Rubalcaba no se va es porque cree que Rajoy va a caer, que las elecciones se van a precipitar y que no va a dar tiempo a elegir candidato.

Según el tapado, el mayor enemigo del PSOE es su aparato y, si no hay primarias abiertas, quedarán muertos. Reconoce que Alfredo cogió el partido en una de las peores situaciones de su historia, hasta el punto de que un histórico comparó este momento con el que vivió el PSOE durante la dictadura de Primo de Rivera. Puede que Rubalcaba sea el tapado de González, y así como los peronistas visitaban la quinta de Perón en Puerta de Hierro, en la quinta de Velázquez el mejor recibido es Alfredo, pero otro dirigente me intenta convencer de que a Rubalcaba le aclamaban en el papel y de pronto los aplausos empiezan a ser más tibios.

Dice: Rubalcaba es el que tiene más cabeza, no es mayor, en Italia un político de su edad es un adolescente, pero hay plataformas, casi asamblearias, de socialistas indignados que buscan un camino nuevo. Para aclararme, llamo a Rubalcaba y se pone. Le pregunto por qué hay tanta inquietud en su partido. Me contesta: «Me cuesta entender que mientras el PP privatiza la sanidad, destroza la educación pública o se plantea poner patas arriba el sistema de pensiones, haya dirigentes del PSOE que sólo hablan de cómo y cuándo elegimos nuestro candidato para las elecciones de dentro de dos años y medio».